Presentación
Cuando empecé a estudiar homeopatía, conseguí algunos links que me dirigieron hacia obras básicas de la homeopatía en formato digital. Devorándolas con ansiedad, recuerdo que encontré un texto que decía lo siguiente:
“Who of us that have observed Arsenicum remove the fear of death and the mental agonies of the last hours that has not raised a silent prayer to our Maker for intrusting us with such a blessing for suffering humanity.” (Glen Irving Bidwell. “How To Use The Repertory”).
“Quién de nosotros que haya observado a Arsenicum (Album) hacer desaparecer el miedo a la muerte y la agonía mental de las últimas horas, no ha levantado una oración silenciosa a nuestro Hacedor por confiarnos a nosotros tal suerte de bendición para la sufriente humanidad”
Bueno, pues el caso es que fue como un destello en la oscuridad y de pronto me vi pasando hojas por los distintos y abundantes repertorios de mi biblioteca buscando remedios y buscando rúbricas donde apareciera la agonía y la muerte. Más tarde me vino a la mente la palabra tan de moda en estos últimos años: “eutanasia” y ya todo se organizó en mi cabeza y en mi corazón.
Como además de cabezota, soy explosivo, pues me dediqué a publicar en los distintos foros homeopáticos electrónicos mis pensamientos y mi solicitud de consejos de personas mucho más experimentadas. Pero mis expectativas se vieron totalmente rebajadas por la calidad de las respuestas (incluso de personas que luego han llegado a ser amigos míos foreros). Como digo, soy cabezota, así que de todo este tiempo de reflexión os ofrezco los pobres frutos, que espero os abrirán los ojos y no os defraudarán.
La eutanasia como concepto homeopático
Cualquiera que haya leído sobre homeopatía, que haya trabajado con ella o que la haya usado para sanar sus desequilibrios sabe de sobra que la homeopatía es incapaz de matar, de acabar con la vida. Primero porque sus fines siempre han sido defender la vida y potenciar
Entonces ¿a qué viene hablar de eutanasia?
Desde mi punto de vista la eutanasia ha de ser bien entendida. Probablemente lo que hace falta en estos tiempo es distancia de las cosas para poder hablar y opinar del modo más coherente y sobre todo objetivo. Se dice y se habla acerca de los derechos de las personas, entre ellos el derecho a una muerte digna, a no ser hinchado de medicamentos para evitar lo inevitable; a no ser conejillo de indias de nuevos tratamientos cuando la enfermedad no hay quien la pare. Pero de lo que no se habla para nada es de la ley natural que impulsa a los seres vivos a cumplir su misión vital: vivir.
Los actuales comportamientos médicos dejan muchas veces que desear, ya que muchas veces lo que se pretende es que no sean juzgados como deficiencias médicas o mala praxis casos en los que lo más humano sería dejar que la persona alcance su momento de gloria traspasando el velo de la realidad en el mejor estado posible: pleno de claridad, de sosiego, de tranquilidad y, si es posible, de esperanza y fe.
Por eso, para mí, homeópata, es la homeopatía la que mejor atiende esos requerimientos finales del ser humano y es por eso que deberíamos utilizar la homeopatía para alcanzar la eutanasia, palabra que en su origen griego significa “bien morir”.
En estos casos terminales o cercanos a la muerte, en esas horas de agonía en que el cuerpo busca y anhela la paz final, la medicina debería ser para el alma y no para el cuerpo; para la desazón y no para la curación –imposible-; para el temor y no para el aturdimiento. Esto sólo es posible en manos de la homeopatía y en manos de terapeutas que se consideren humanos.
Remedios homeopáticos para la eutanasia
Buscando en los distintos repertorios, como antes he dicho, encontré los siguientes remedios:
(Synthesis - Schroyens) Eutanasia, para producir la
Tarántula Cubensis
(Sinoptic Key – Boger) Muerte, miedo a la:
Aconitum;
Arsenicum;
Gelsemium;
Platina.
(Ruby – Repertorium Universale – Roger Van Zandvoort)
Amilenum nitrosum;
Antimonium tartaricum;
Arsenicum album;
Carbo vegetabilis;
Lachesis.;
Lachnanthes tinctoria.;
Medorrhinum.;
Phosphorus.;
Tarántula hispanica.;
Tarántula cubensis.
(Hering’s Guiding Symptoms Repertorium - Knerr, Calvin)
Aceticum acidum.
(Enciclopedy of Pure Materia Medica – Allen,T)
Thuja occidentalis;
Strychninum purum;
Sulphuricum Acidum.;
Sumbulus moschatus;
Phosphorus;
Phytolacca decandra;
Plantago major;
Plumbum metallicum;
Oenanthe crocata;
Opium.
Esencias Florales para la eutanasia
(Dr. Néstor Giraldo)
Aloe Vera + Angelica + Black Eyed Susan + Mountain Pride + Penstemon (Sistema Floral de California)
Me llamo mucho la atención el título " Eutanasia y homeopatía"
ResponderEliminarPor que en nuestro mundo, día a día hay miles de personas que sufren enfermedades terminales, otras tantas que padecen enfermedades degenerativas que llenan su vida de dolores insoportables y que son aminorados por fármacos administrados de por vida, otros por accidentes no pueden desarrollar su vida como antes; Por lo que además de todos estos padecimientos orgánicos, el sufrimiento físico nunca se comparara con el sufrimiento emocional que pueden llegar a tener, y que los lleva a decidir no seguir “vivir muriendo”, a pensar que morir es solución. Pero que postura debe tomar el medico, si, esa persona que ejerce una de las profesiones mías altruistas, honrosas y nobles, esa persona que gracias a su trabajo ayuda a conservar una sociedad sana. Ante todo es persona y tiene su criterio, y sus puntos de vista son tan respetados como los del propio paciente. Cuando el médico termina sus estudios hace un juramento “el juramento hipocrático”, es antiguo, pero resume claramente las obligaciones y los derechos de los médicos desde que salen a ejercer su profesión; A través de sus pasajes nos hace reflexionar sobre la enseñanza de la medicina, la virtud de los maestros, la solidaridad por los que vendrán, la relación de privacidad con los pacientes, el respeto, valores, moral ante todo a la cabeza de la practica. Además de todo lo anterior, hay un párrafo crucial que hace pensar que la ética médica está basada en enseñanzas morales tradicionales que definen la vida como el más sagrado de los bienes humanos:
”Haré uso del régimen dietético para ayuda del enfermo, según mi capacidad y recto entender: del daño y la injusticia le preservaré. No daré a nadie, aunque me lo pida, ningún fármaco letal ni haré semejante sugerencia. Igualmente tampoco proporcionaré a mujer alguna un pesario abortivo. En pureza y santidad mantendré mi vida y mi arte”
En este fragmento se pueden observar tres frases que tienen implicaciones bastante relevantes en las posturas que los médicos debemos asumir frente a la vida: primero que ellos tienen el poder y la capacidad de discernimiento para decidir cuáles son las mejores opciones de vida de los enfermos; segundo, bajo ninguna circunstancia entregarán drogas mortales; y por último, deben estar alejados de la culpa en la muerte de sus pacientes a toda costa.
Si partimos de las implicaciones anteriores del juramento, los médicos desde la antigüedad consideran a la muerte como al enemigo que debemos vencer, es por ello que muchas veces cuando el médico pierde a un paciente se siente vencido por la muerte, y muchas veces el desconcierto ante la pérdida no es tanto en el hecho de que un ser humano haya muerto, sino en el hecho de que el enemigo ha triunfado y no hubo nada que lo pudiera evitar. Para saber que es lo que se debe evitar o por lo menos retrasar, debemos de conocer la definición de muerte, según el libro Annals of Internal Medicine (Anales de Medicina Interna), la definición clásica de la muerte sería “el cese permanente de flujo en los fluidos corporales vitales”, pero más bien esta definición se refiere a la sangre, dado que su interrupción permanente provoca la suspensión de toda función corporal necesaria para conservar la vida, como la respiración, por ejemplo.
. La lucha continua contra la muerte, es lo que los médicos hacían hasta hace por lo menos seis décadas; A partir de finales del siglo XX, muchos pacientes que no cumplían con la definición clásica se encontraban muertos ellos mismos o incluso por la legislación de algunos países europeos: “Su corazón latía, la sangre circulaba por el cuerpo, no estaba rígida y al tacto estaba caliente. Pero, según la jurisprudencia europia , se staba muerto”. Era hora de reconsiderar dicha definición. Primero que nada, los medicos debemos reconocer que a pesar de los avances tecnológicos que actualmente tenemos a nuestro alcance, existen diversas circunstancias en la que la medicina no puede impedir otra cosa que no sea el cese de flujos vitales, por ejemplo hay personas a las que no se les puede devolver su movilidad corporal, otros están en coma por años e incluso hay quienes sufren dolores insoportables a pesar de que son tratados con morfina. Si tomamos en uenta todo lo anterior, y le sumamos a esto que muchos, consideran que ya estan muertos en esas condiciones, el único motivo por el que se debería conservar la vida, sería por un juramento obsoleto ante las nuevas concepciones de la muerte.
y despúes de hablar un poco de eutanasia y conceptos nacidos, muestra una lista de medicametos homeopaticos, menciona que los ha encontrado gracias a la ayuda de repertorios, como Aconitum,Arsenicum, tarantula cubensis, tarantua hispanica, pero ¿A qué potencias debemos utilizarla en nuestros pacientes términales?
ResponderEliminarHola, CINTLI:
ResponderEliminarEn primer lugar, muchas graciaspor tu opinión, profundamente respetable, y por tu participación en este blog.
Entiendo todo cuanto dices perfectamente y veo que hablas por experiencia.
No ha sido mi intención en este tema -ni en ningún otro- sentar cátedra sobrela vida y la muerte y, mucho menos, poner en entredicho la profesionalidad ni la responsabilidad de los médicos cuando se dedican al cuidado de la sociedad, como bien dices.
Para mí -y es sólo una opinión personal pero profundamente arraigada- el problema es que yo no lucho como terapeuta con la muerte. Creo ques es una equivocación como planteamiento, aunque sea la rueda que mueve el mundo de los humanos.
Me parece que la muerte es algo a lo que estamos abocados inexorablemente desde que nacemos y es -en principio y fuera de cualquier religión- la única realidad a la que estamos sometidos. Nacmos con fecha de caducidad y ya está. Hagas lo que hagas, esto se termina. Por ello, hacer de la medicina una lucha contra la muerte es desde cualquier punto de vista algo desesperado, ineficaz e incluso sin sentido.
Por otra parte, estamos tan acostumbrados a que la actitud que se nos plantea sea ésta, que cuando somos pacientes también queremos tomar nuestras propias decisiones y ser nosotros los que decidamos cómo vivir, cuándo vivir y hasta cuándo vivir, en qué condciones de vida y con qué mínimos de calidad.
No quiero polemizar, pero desde mi punto de vista, todas estas exigencias son antinaturales y están más cargadas de contenido político que de contenido real.
Desde hace mucho tiempo vengo diciendo que tanto que se habla de la vida y de la muerte, cuando lo que es realmente difícil no es morir, sino vivir; y mucho más difícil es vivir dignamente. Estoy firmemente convencido de que quien vive dignamente, morirá dignamente.
Es por eso por lo que planteé este tema. La mismión de los terapeutas, médicos o no, profesionales o no, es siempre apoyar la vida, no forzarla; animar la vida, no quemarla; sostener la vida, no mantenerla fieramente contra viento y marea, por el sólo hecho de que "hay que hacerlo".
Creo en la humanidad y en la compasión de las personas como unas virtudes presentes y necesarias de desarrollar hasta el final en cada persona. No digo que los médicos no lo sean, sino que digo que muchas veces ante la decisión de ser humano y compasivo o no, preferimos la profesionalidad y el protocolo. Ahí es donde falla el ser humano.
Creo que el juramento hipocrático es maravilloso, pero también creo que los médicos lo consideran anticuado, obsoleto y lejano a la realidad de hoy en día, más dispuesta al abogado y al pleito que al agradecimiento.
Me considero firme partidario dela máxima de Hahnemann que pone en su primera línea del Organon: "Primum non nocere" o lo que es lo mismo "Primero no hacer daño".
Finalmente, con respecto a lo de las diluciones o potencias de estos medicamentos en procesos terminales, yo me decantaría -en esto no tengo ninguna experiencia aparte de la que dictan los libros- por potencias altas, ya que no pretendemos en modo alguno sanar lo orgánico sino que pretendemos actuar sobre lo mental y emocional. Por ello preferiría, llegado el caso, utilizar la potencia 200CH o si se prefiere, las Korsakovianas, que siendo más ligeras, también dan muy buen resultado y son bastante más altas.
También me decantaría por dar una dosis y esperar su efecto por unas horas, antes de volver a dar otra dosis.
Quedo a tu disposición para seguir comentando y dialogando. Es un placer encontrar personas inteligentes como tú.
Saludos cordiales
Andrés
Hola Andrés,
ResponderEliminarSoy homeópata y te confieso que tú web me ha ayudado mucho en muchas ocasiones para contrastar lo que yo sé y la gran información que tienes. Te estoy muy agradecida por tu generosidad al compartir lo que sabes. H
Hace unos meses empecé a tratar a una paciente de 94 años por algunos problemas de corazón (sentía un peso y a veces dolor), cansancio, rotura de cadera, y luego de húmero por una caída…. Todos estos síntomas han ido mejorando mucho con los remedios que ha ido tomando (Naja, Simphytum, Phosphoric acid, Sales de Schüssler, flores de Bach para aceptar los cambios…) ya que aunque soy unicista en este caso a veces requería más de un remedio. Durante el proceso en un momento dado surgió su problema profundo (se deprimió mucho y en la segunda visita me lo planteó llorando). Su mayor preocupación es que hasta hace aproximadamente un año tenia bastante vitalidad y autonomía pero desde la rotura de cadera ella ha visto como su vitalidad disminuye día a día y se siente "encarcelada en un cuerpo que no responde a sus ganas de vivir" (son sus palabras) y tiene mucha preocupación por que no quiere de ninguna manera ser una persona dependiente ni acabar en una cama o silla de ruedas. Dice que a la muerte no le tiene miedo. Me planteó si con las bolitas también la podía ayudar llegado el momento para no alargar su vida en esas condiciones. Buscando información encontré en tu blog el artículo sobre eutanasia y homeopatía. Pero me gustaría saber por ejemplo como actúa Tarentula cubensis o si tienes más información sobre qué remedios la pueden ayudar a tranquilizarse ya que esta preocupación no le está dejando disfrutar plenamente el tiempo que aún le queda de vida.
Hola, Eugenia!!
ResponderEliminarMuchas gracias por tus amables y generosas palabras.
Me gustaría hacerte un comentario, de homeópata a homeópata, y hablando con el corazón: me encantaría ser unicista siempre y me encantaría que todos los pacientes a quienes atiendo se curaran con un solo remeio homeopático. No busco culpables, ya que sé perfectamente mis limitaciones, pero hay muchos casos en que conjugar las sales de Schüssler (que no son homeopatía, ojo, porque él mismo lo dijo) con homeopatía y utilizar al mismo tiempo dos remedios organotrópicos o complementarios, es la solución más rápida y más humana, y no se aleja tanto de la ortodoxia.
Sobre lo que me preguntas, mi respuesta es muy sencilla: no lo sé, porque por más que he buscado, no he conseguido información de primera mano. Toda la que he obtenido es de los textos que ya he mencionado.
Sin embargo, no hace mucho tiempo, en el blog de Isidre Lara publicaron una entrada sobre este tema. El enlace es el siguiente: http://librosdehomeopatia.es/2011/01/31/como-prescribian-kent-y-nash-en-casos-terminales/
Si quieres mantener contacto conmigo y que te incorpore al grupo de Homeópatas en el Alambre, envíame un comentario con tu dirección de correo (que no publicaré) y me pondré en contacto contigo.
Saludos cordiales