En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen; la gran mayoría de los sueños se roncan. (Enrique Jardiel Poncela)
Queridos amigos:
Hace años que la frase que encabeza este texto me impresionó: pocos sueños se cumplen… muchos se roncan. Y la verdad es que estoy seguro de que casi todos nosotros estaremos de acuerdo con ella.
El día 24 de septiembre se convocó al público interesado a la última reunión informativa antes de la constitución y legalización de la ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PACIENTES DE HOMEOPATÍA (www.aeph.es). Como en ocasiones anteriores, tuvo lugar en el Instituto Homeopático y Hospital de San José, en Madrid. La afluencia de interesados fue perceptiblemente mayor que las convocatorias anteriores y se mostraron entusiásticamente participativos. Se leyeron los Estatutos de la Asociación, que los promotores -Peter Schmidt Bubath y Viviana de Sans- estuvieron retocando a lo largo de la mañana en labor perfeccionista, minuciosa y delicada, con el fin último de cubrir todas las expectativas puestas en el proyecto pero, sobre todo, la de preparar un marco digno de la grandeza del proyecto. Los asistentes participaron activamente y propusieron diversas matizaciones que mejoraron aún más, si cabe, el trabajo de la mañana.
Una vez leídos, releídos, revisados, modificados y fijados los Estatutos de la Asociación, quedaba presentar a los integrantes de la que será la Junta Directiva de la Asociación en ésta su primera etapa. Una vez presentados y conocidos por los asistentes, se pasó a la firma del Acta. Y aquí surgió la sorpresa: la gran mayoría de los allí presentes estamparon su firma para colaborar, participar, apoyar y sostener este proyecto. La alegría que nos embargaba era tal que terminamos saludándonos y felicitándonos por el hecho.
Y aquí reside la grandeza del acto y del acta: que puso en pie, que levantó e hizo realidad un sueño, uno de esos pocos que se cumplen, de esos que dan sentido a la vida, que dan plenitud y capacitan a las personas para compartir todas sus cualidades y potencialidades en pro de un bien mayor que ellas mismas.
Los pasos desde este momento habrán de ser pausados y seguros: de nada vale correr para alcanzar números inimaginables o deseables con que hacer fuerza o con que adquirir poder. Se ha puesto en marcha un sueño, un proyecto, y la coherencia, la suavidad, la delicadeza y el buen hacer serán las mejores garantías de éxito. Huir de las confrontaciones vanas y aunar voluntades en pro de conseguir una línea común de actuación, han de ser las brújulas que orienten este proyecto en medio de este mar de nieblas y oscurantismos, de cientifismos que prescinden de lo humano para quedarse con la explicación teórica, de escepticismos que más que hacernos realistas nos incapacitan para ser felices con nuestras posibilidades vitales, de ambiciones que nos atan a lo material y nos alejan del paraíso que tenemos frente a nosotros.
Pero no quiero terminar este breve texto sin comentar algo que debería iluminarnos sobre la luz que nutre esta recién nacida asociación. En el artículo 3 de los recién aprobados Estatutos y dentro de los fines se dice: “Promover y defender el concepto de "paciente competente y autónomo" para decidir con libertad y dignidad sobre su propia salud”. Es decir, una de las finalidades –que no necesitaría de las otras finalidades para hacer de la Asociación el sueño repetido de cualquier humanista- es devolver al paciente la capacidad de decisión. Cualquier sistema –sea el que sea, el sanitario incluido- es bueno en sus propósitos iniciales ya que busca que el ciudadano -el paciente- reciba la mejor atención posible y que pueda acceder a los mejores servicios en igualdad de oportunidades y en función de la gravedad de su dolencia. Digo que sus propósitos iniciales son inmaculadamente válidos pero, a medida que los sistemas se van perfeccionando, se van haciendo imperfectos, porque se automatizan, se formalizan, se unifican… es decir, se deshumanizan, aun buscando el mejor bien para el ciudadano –paciente-. La Asociación, alejando la confrontación y esgrimiendo la luz de la información, de la educación, de la humanidad, busca devolverle al paciente esa capacidad para utilizar adecuadamente los servicios disponibles con el fin de curar no solo sus dolencias, sino de sanar sus costumbres, sanar sus percepciones, liberar sus potencialidades, liberarlo de los excesos de un sistema que completa su alejamiento de la humanidad con medicamentos y con gastos farmacéuticos innumerables, ingenuos -cuando menos-, y desproporcionados.
Repito, sólo por este fin que figura en sus estatutos merecería la pena ser asociado de este proyecto, de este sueño cumplido. Por eso, no puedo dejar de animar a todos y cada uno de quienes lean esto a colaborar, a participar, a sostener pero, sobre todo, a fortalecer esta Asociación con todas sus capacidades y todas las virtudes que guardamos en el fondo de nuestro corazón a la espera de que aparezca en nuestro horizonte algo que nos ilusione, que nos impacte, que nos impulse.
Martin Luther King Jr. dijo aquella frase de: “I have a dream…” y, aun entregando la vida por ello, hizo que su sueño se hiciera realidad. Mi maestro, Peter Yang, hace años que nos repite: “Una buena idea realizada, una vida maravillada” y creo firmemente que ésta es una gran idea, una bella idea, una buena idea. De nosotros depende que se cumpla en su profundidad y en su integridad. El premio será mayor que el éxito de la Asociación: será una vida maravillada.
Gracias por vuestra confianza y paciencia.
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