miércoles, 30 de marzo de 2011

Psicoterapia, Constelaciones Familiares y Homeopatía

“Los hombres construyen castillos en el aire, pero son
los psiquiatras y los psicólogos quienes les cobran el alquiler”
Peter Yang

El sábado pasado, dentro de los seminarios que completan el Curso de Postgrado de Medicina Naturista que estoy realizando en la Universidad de Zaragoza, tuvimos la oportunidad de que se nos explicaran las Constelaciones Familiares y su puesta en práctica con cuatro casos diferentes consultados por compañeras nuestras.

Tenía más interés del que pensaba, ya que valoraba las Constelaciones Familiares como una herramienta de trabajo para el terapeuta y una proyección personal del paciente, que puede ver como en película detalles que se le pierden por vivir su propia historia.

Y además el médico que ofrecía el seminario venía cargado y expresando un bagaje experimental amplio y dilatado que prometía expansión, precisión e incluso digresión. Tras diez horas y media de internarnos en los entresijos (que no era más que la más cruda superficie de la teoría y de la técnica), quedé totalmente exhausto, apenado y con un sabor en la boca que yo calificaría de sabor a decepción.

Me gustaría pensar que el problema estaba en mí, por eso, paso a relatar mi experiencia sin más pretensión. Es una experiencia de la que saco mis conclusiones. Cada uno considerará lo acertado o erróneo de las mismas.

El punto de partida es que somos una especie –la humana- evolucionada de los simios y que como tal especie tendemos a vivir en grupos sociales, que empiezan por la familia y que acaban en nuestro sentimiento de especie. Este tipo de relaciones en las que nacemos y que se nos imponen hasta nuestra madurez deja en nosotros improntas que marcan nuestro comportamiento, nuestra capacidad de gestionar nuestras acciones y de ahí, por tanto, de nuestras enfermedades.

Se habló de las emociones partiendo de las relaciones entre emociones positivas, negativas y los órganos yin y yang de la medicina china. Se hablo de las normas generales que rigen a la mayor parte de los grupos y se hizo una taxonomía basada en el cálculo de probabilidades de las posibles relaciones entre los miembros de la familia en función del número de hijos y de las posibles dependencias. Se habló del árbol genealógico como principal documento para poder entender y representar la situación conflictiva de quien consulta. En este árbol genealógico figurarían los afectos y desafectos entre los miembros, las dependencias y las ausencias.

De esta primera parte en la que se habló de la base teórica, me quedaron varias ideas dentro, entre ellas las siguientes:
- El miedo es el origen de cualquier desequilibrio emocional, que afectará más adelante a lo físico y a lo mental.
- Tendemos a sufrir las mismas enfermedades emocionales que las de nuestros padres y abuelos y tendemos a pasarlas como carga a nuestros hijos y descendientes.
- Si hay un alcohólico en la familia, las posibilidades de que unos de los miembros del grupo termine acudiendo a tal vía de escape es altísima.
- La infertilidad y la elección del sexo de los hijos proviene de una decisión del individuo de forma inconsciente.
- La homosexualidad es una decisión que “no puede procrear” y por tanto no tiene posibilidades de perdurar.
- La clasificación de los trastornos emocionales y mentales es totalmente arbitraria y médicamente se expresa acudiendo a unas tablas recogidas en el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), que es un medio para que los psiquiatras puedan entenderse entre sí cuando comparten casos.
- Las parejas que no tienen hijos, no tienen “futuro”.
- La telepatía pertenece al terreno de lo mental.
- La intuición es otra de las partes que conforman nuestro ser, junto con lo físico, lo emocional, lo mental y lo espiritual. De este último no hay nada de qué hablar, porque no produce enfermedad.
- Existe un inconsciente colectivo que se suma al inconsciente personal de cada individuo.
- Somos una especie evolucionada del simio.

La primera frase fue una aserción mía, que el ponente corroboró diciendo que el miedo está unido al elemento agua y que es el origen de cualquier movimiento.
Ante la segunda y la tercera frase, expresé mi desconcierto ya que en Homeopatía y en cualquier otra disciplina terapéutica humana es de sobra conocido que las circunstancias, el entorno y la herencia no son determinantes para que una persona desarrolle una enfermedad. Puse el ejemplo del Tuberculoso, que sufre o ha sufrido la enfermedad y que dejará una herencia a sus hijos, que serán Tuberculínicos, sin que ello signifique que obligatoriamente han de ser tuberculosos porque su padre lo es o lo fue. Es decir, es una frase que solo deja paso a la “determinación”, me da igual en el plano afectivo que en el plano de la enfermedad o de la genética.
Con la cuarta frase es muy fácil la aceptación, pero la realidad es que en el cuerpo humano vivo, hay mecanismos voluntarios y mecanismos involuntarios, que son los que preservan la vida. Hacer responsable al individuo del sexo del bebé o de su infertilidad o fertilidad, creo que no es el mejor modo de empezar con la psicoterapia.
En relación con la quinta frase sobre la homosexualidad, hay que aclarar que no se hizo ningún juicio de valor, sino simplemente se constató este hecho, dándole a lo natural el poder omnímodo sobre cómo tratar las diferencias.
La sexta frase también la pronuncié yo mismo, dado que parecía que todo estaba claro simplemente con que estuviera reflejado en el DSM y, por otro lado, él mismo dejaba claro que ese tipo de terapia no conducía a la curación, sino simplemente a la “clasificación”.
La séptima frase incidía aún más en nuestra parte más animal, ya que parece que futuro es el futuro de la especie, del animal que nace para reproducirse , extender la especie y fenecer al final de sus días, más o menos largos. Eso junto con la última frase, me dio a entender que estábamos más que ante una terapia humana, ante una terapia conductual, más basada en estadísticas, probabilidades y comportamiento animal, con fines de apariencia científica.
Lo de que la telepatía pertenecía al terreno de lo mental, fue la típica frase sin posibilidad de comentario. La telepatía proviene del hecho de “sufrir” en la distancia, no de hablar, pensar o razonar. Pathós significa dolor y tiene en este caso relación con el fenómeno que observaron los antiguos de que muchas mujeres sentían un dolor cuando alguien de su familia moría, estando esta persona en un lugar distante del suceso.
Me resultó curioso que hablara de intuición y no hablara de instinto, teniendo en cuenta que no hacía más que analizarnos como si fuéramos más animales que personas, amparado en que el espíritu no produce enfermedad y que no podemos situarlo en ningún lugar de nuestro cuerpo, siendo por lo tanto acientífico cuanto digamos de él.
Lo del inconsciente colectivo fue algo que trajo, creo que dándolo como aceptado por todos, sin más explicación. Yo creo, personalmente, que el inconsciente colectivo no existe. Es simplemente una argucia científica, filosófica o psiquiátrica para descargar a las personas de sus propias responsabilidades. Creo que lo que existe es la conciencia personal y su no actuación en determinadas circunstancias no lo instituye como inconsciente, sino simplemente como no consciente, es decir, no tiene entidad propia, es simplemente la carencia de consciencia. Probablemente esto parezca una distinción tonta, pero la meditación, la relajación, el Camino -mal llamado “espiritual”- lo único que pretende es un estado de conciencia más fino y sensible, más duradero, más certero y más disponible.

Sigo diciendo que, pese a todos estos desajustes entre su teoría y mi experiencia, estaba deseoso de participar y de descubrir los maravillosos secretos que parecían guardar las Constelaciones Familiares.

Comenzamos la sesión de la tarde con el planteamiento de cuatro casos consecutivos, de los cuales me tocó participar como actor en tres de ellos. Parecerá tonto, pero hay que decir que no sabía nada de lo que se hacía en las Constelaciones Familiares ni qué papel jugaban los que eran elegidos para actuar. Así pues, ignorante total, accedí a participar porque me pareció que, si podía servir de ayuda para las compañeras que consultaban, por qué no hacerlo.

En el planteamiento de la sesión o representación se dan los mínimos datos posibles sobre la realidad de la consulta, de tal modo que el conocimiento no influya en la puesta en escena.

En la primera situación, el problema estaba en cómo solucionar un brote psicótico en el hijo de una compañera. Se ordenaron los actores, se les colocó en el lugar y empezaron a moverse. Visto desde fuera, uno no entiende el porqué se mueven, si no hay nada que se lo mande o se lo pida. Pero la realidad es que los actores se mueven y ese movimiento provoca el movimiento de los demás, que buscan cercanía, relaciones o muestran dependencias. Mientras esto ocurre, el psicoterapeuta va llamando la atención de la consultante sobre ciertas acciones o hechos que suceden en la representación. En un momento dado y visto que el movimiento no daba demasiadas aclaraciones, se decidió contar con mi presencia y se me denominó con el rol de “AGRESOR”. Se me podía haber llamado Paco, o el tío, o el portero o el butanero, pero el denominarme de tal modo, hizo que las emociones presentes, viscerales e hiperactivas por la situación misma, se volvieran en mi dirección. Me sorprende decir que la relación entre nosotros como compañeros es inmejorable, pero en aquel lugar y en aquel momento me sentí como en una caldera, con fuego bajo la caldera, yo atado y metido e el agua y todo un coro de watusis girando a mi alrededor esperando mis movimientos y deseando hacer cecina conmigo. No había reconocimiento de nuestro compañerismo, sino que la emoción y la vivencia estaban tan asumidas por los roles que jugaban que yo no era su compañero, sino el AGRESOR. Resumiendo, mal rollo, difícil solución y vanos movimientos, ya que no se encontró la solución que debía esperarse.

En la segunda en la que participé, me cupo el rol de padre de uno de los actores, quizás debido a mi gran tonelaje y a los años con que lo adorno. Nos situamos detrás del actor que hacía el papel de hijo y me acompañó otra compañera que representaba a la madre. Lo cierto fue que no sé si debido a que en ningún momento perdimos el oremus, el caso es que estuvimos los dos quietecitos, tranquilos, fuera del cotarro y descansando más o menos tranquilamente. Mientras, las emociones ajenas hiperfuncionaban y se agitaban ante nuestros ojos.

En la cuarta, me cupo representar el papel de padre de una compañera, a quien este había dejado atrás cuando tenía dos meses. Otro papel de villano. Me quedé quieto y esperé. No usurpé papel alguno, sino que simplemente me dejé estar, no como padre, sino como Andrés, sin más pretensión que dejar correr la representación. Debo decir que la compañera consultante sí vivió la representación en carne viva y en carne propia. Yo no.

Y, perdón por tanta extensión, una vez terminadas las Constelaciones me fui a casa agotado de tanta villanía, agotado de tanta representación y con dos preguntas en mi cabeza rondándome como cazabombarderos anti-psicoterapias:
1.- ¿Mereció la pena tanto esfuerzo, tanta puesta en escena, tanta emoción descontrolada y grupal?
2.- ¿Obtuvieron mis compañeras una visión más real de su problema y visos de solución a su consulta o simplemente vieron lo que el terapeuta quiso que notaran o percibieran?

Y ya en estos momentos, se añaden otras preguntas más insistentes:
¿Es posible la representación fiel de una situación embestido por las emociones mientras el terapeuta y el consultante juegan al cineforum?
¿Es posible que el terapeuta dijera que no era posible “PERDONAR”, porque este hecho hacía que hubiera un culpable?
¿Es posible que el terapeuta invalidara como solución el AMOR?
¿Realmente funciona esta psicoterapia con los pacientes?
¿No hay una terapia que conserve el concepto de HUMANO entre su teoría y su práctica? ¿Es así toda la psicoterapia?

Personalmente, y tras esta experiencia, desconfío de las posibilidades terapéuticas de tales representaciones, pese a que una compañera me comentó que ella las había hecho anteriormente y que le habían venido muy bien. La creo. Pero sigo pensando que la charla amable, distendida, relajada, repetida, valorada, empática y cercana con el paciente da mil veces mejores resultados que la psicoterapia del diván, de la terapia de grupo o de las Constelaciones Familiares.

No creo que el conocimiento que nos dan estas Constelaciones nos hagan cambiar nuestra forma de enfrentarnos al mundo. Me parece dudoso que uno cambie su conducta solo por la visión del conocimiento y me inclino más por aprender a mejorar nuestra actuación por medio de la relajación, la meditación y la comunicación. Puede sonar utópico, irracional e incluso poético, teniendo en cuenta el aumento de las enfermedades mentales y lo crítico de las mismas. Pero mientras no me demuestren lo contrario seguiré creyendo en la charla y en la Homeopatía como las mejores terapias para los problemas emocionales y mentales.

8 comentarios:

  1. Caramba, Andrés, me veo tentada -y sucumbo,ja- de comentar sin haber terminado de leer tu post. La verdad, esas descripciones de un universo bastante terrible -donde pareciera que lo único que da sentido a la vida es formar una pareja heterosexual y procrear- no predisponen a dar por buena a una tal astrología, o psicoterapia o lo que sea.
    Aún así, diré -como persona que hace psicoanálisis desde hace tiempo- que la práctica psicoanalítica sí es efectiva y aún interesante como herramienta de progreso personal, siempre que demos con un analista como corresponde. Y ahí está el asunto. No es en todas las disciplinas igual, el riesgo que entraña toparse con un mal profesional (y si no, mire usted a Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes) y éstos, lamentablemente, son mayoría abrumadora. Yo soy argentina y de Buenos Aires, seguramente sabe que ésta es una de las ciudades con mayor densidad de psicoanalistas del mundo, si no es que está en el primer puesto. Y bien, si apartamos a los analistas soberbios, los que confunden su profesión con una especie de charla de amigos, los que "dan órdenes" a sus pacientes o los que, simplemente, son superados por la tarea de escuchar con la distancia justa el relato de su paciente, creo que tendríamos menos psicoanalistas que el África subsahariana. Colijo que el psicoanlálisis -no hablo de psiquiatría ni psicología en general- es una profesión donde los errores se pagan carísimo, y los paga el paciente, claro. Sin embargo, la práctica de enfrentarse, con un interlocutor ubicado en un lugar específico "de escucha" a las manifestaciones de lo que uno mismo se niega a ver, e ir remontando ese camino hasta llegar a lo que creíamos terrible, y desenmascararlo, es una tarea tremendamente satisfactoria, y productiva, y que genera una gran libertad.
    Dicho esto, se trata de puntos de vista de un mismo universo que es el ser humano; me ha ocurrido que la consulta del homeópata resultara hacer un "continuo" con el sillón (no "hago" diván) de la analista.
    Por otro lado... a propósito de la astrología ¿ha consultado material de Eugenio Carutti? es un astrólogo -argentino también- muy interesante, que quizás le alivie el mal sabor de boca...
    muchos saludos
    Inés, desde Buenos Aires

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  2. Hola, Inés!!

    Muchas gracias por su comentario, acertado y puntualizador.
    Me alegro de que su experiencia sea positiva y humana y me alegro no solo por Ud. sino por mí, porque su experiencia positiva me hace no tirar la toalla con las técnicas psicoterapéuticas.

    Por mi parte, mi única experiencia -aparte de estar sentado en consulta homeopática y atender a las necesidades emocionales y patológicas de los pacientes- ha sido esta de las constelaciones familiares.

    Entiendo que hay personas que necesitan un acercamiento psicoterapéutico para sus males y para eso están Uds. para atenderles y ayudarles en lo posible. Otros solo acuden por patología y entonces nuestra labor es ayudarles a relacionar sus problemas emocionales con sus patologías. Es quizás en ese campo en el que me muevo más a gusto. Las técnicas psicoterapéuticas me vienen un poco grandes.

    No conozco al Eugenio Carutti, pero me pondré a la búsqueda de algún material por ver si me alivia el mal sabor de boca, como Ud. dice.

    Saludos cordiales

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  3. Hola otra vez Andrés.

    Olvidé decirle que finalmente leí su post entero y debo decir que me morí de risa de esas representaciones. Pobre, yo me reí y ud. lo pasaba tan mal. Pero es que tiene razón, no hay derecho a, con el pretexto de "investigar" vaya a saberse qué cosa, meter a la gente en una suerte de miasma emocional y sacudirla como si estuviese en un frasco. Eso es maltrato, caramba...
    Claro, psicoterapias hay montones, desde las que abrevan en los descubrimientos -un poquito polvorientos a estas alturas- de Pavlov, otras que se pretenden más sutiles y son agua de la misma fuente, y, como le decía, dentro mismo del psicoanálisis (la única disciplina que, humildemente y como simple paciente, recomendaría) tampoco abundan los buenos profesionales. En este caso yo sí hablaría de elemento humano.
    De todas maneras, quería agregar que tontamente me dejé confundir con esto de las Constelaciones Familiares, puesto que ese mismo término existe en astrología. El tal Eugenio Carutti es astrólogo...

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  4. Hola, Inés!!

    A pesar de su "impaciencia" al escribirme sin terminar de leer, le quedo muy agradecido por su comentario. No hay nada mejor que un buen comentario optimista sobre cosas que parecían realmente perdidas.
    Gracias de nuevo y bienvenida.

    Saludos cordiales

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  5. Hola Andrés,

    Buscando aplicaciones del Kreosotum 15ch, me he topado con tu escrito experiencial en Constelaciones Familiares. Comprendo que asumes que es tu experiencia, pero a mi me surje sugerirte que tal vez si repitieses la experiencia con otro/a conductor de taller, cambiases de opinión. Los hay tan variados como los terapeutas o psicólogos e incluso psicoanalistas.

    Llevo años en esto de la psicoterapia (soy Gestáltica) y puedo atestiguar que mi experiencia en la asistencia de talleres fue realmente de profundo insigth. Incluso puestos a compartir, en un taller en el que presenté mi propio proplebma, ante la exposición de una experiencia infantil traumática, el resultado fue totalmente sanador, ya que recobré la relación buena con mi padre.

    Soy por naturaleza crítica (homeopáticamente hablando Carbonica Calcarea) pero a pesar de mi exceptimismo, ante terapias de las llamadas de "choque", por considerar, que nada que venga "de afuera" puede sanar o equilibrar a nadie, me siento en la necesidad y tal vez en la obligación de manifestar lo maravilloso y portentoso de la técnica de Constelaciones Familiares, la que recomiendo encarecidamente; eso si, con terapeutas suficientemente cualificados.

    Gracias por la ayuda que prestas.

    Un abrazo cósmico,

    M. Dolors

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  6. Hola, María Dolors!!

    Muchas gracias por tu amable y bienvenido comentario a mi entrada. Gracias por pararte en este blog a compartir conmigo.

    Desde que empecé con el blog, he ido escribiendo de las cosas que me han interesado, de los problemas que han pasado por consulta y de mis experiencias en el mundo terapéutico.
    Para mí, todo es PERSONAL. Es decir, lo que cuento lo cuento desde mi punto de vista, totalmente subjetivo, y desde mi presencia, entendimiento, o carga vital. Eso no quiere decir absolutamente nada sobre la realidad de las cosas. Simplemente es mi visión y no pretendo que sea más que eso.

    Con esto quiero decir que muy probablemente las Constelaciones Familiares sean un método magnífico, solucionador, resolutivo, equilibrador y que ayude a las personas a enfrentarse con sus circunstancias vitales. De verdad que no tengo experiencia para ponerlo en duda.

    Lo único que he narrado ha sido mi experiencia en esta situación, como colaborador y como observador interesado (aunque no como paciente). Y mis conclusiones fueron esas. ¿Invalida este comentario mío la técnica de constelar? Para nada. Seguro que lo harás magníficamente y ayudarás a montones de personas a manejar sus miedos y sus problemas. Pero a mí, simplemente, no me gustó.

    De cualquier manera, si en algún momento necesito de esta terapia, gustosamente optaré por consultarte a ti. Porque ciertamente muchas veces lo que fallan no son las terapias sino los terapeutas: no falla la homeopatía, sino simplemente los homeópatas.

    Gracias de nuevo y un fuerte abrazo

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    1. Hola de nuevo Andres,
      Sólo una puntualización, no me dedico a las Constelaciones Familiares, las estudié como parte de la formación en Gestal y he participado como asistente grupal en varias ocasiones, así como para solucionar un problema personal, como ya te indiqué.

      Abracitos!!!

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  7. Hola, MDolors!!

    Muchas gracias de nuevo por tu puntualización y disculpa el error.
    Un abrazo

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