lunes, 16 de febrero de 2009

Nutrición y Dietética en la Consulta de Homeopatía (1)

3. LA HOMEOPATÍA: CONCEPTOS BÁSICOS

3.1.- Samuel Hahnemann: Descubridor de la Homeopatía
Samuel Hahnemann nació en Meissner en 1755. Estudió Medicina y Farmacia. Tras sucesivos desencuentros con la clase médica que utilizaba técnicas y medicinas lesivas para los pacientes, Hahnemann decide abandonar la práctica de la profesión profundamente decepcionado.

Se dedica a la traducción de obras científicas (principalmente médicas) ya que dominaba varios idiomas además del latín y del griego. Traduciendo una obra de un investigador escocés sobre los efectos de la quinina, una idea aparece en su cabeza. Decide hacer la prueba tomando quinina y revisando sus efectos. Comprueba sobre sí mismo que los efectos medicinales de la quinina sobre un organismo sano producen exactamente los mismos síntomas que la enfermedad que pretendían tratar, esto es, la malaria. A partir de aquí, se da cuenta de que, en sintonía con los grandes maestros de la antigüedad, es posible conseguir la curación de las enfermedades por medio del uso de medicinas que produzcan los mismos síntomas. En 1791, a partir de sus investigaciones, puso en marcha el desarrollo de la medicina homeopática. Se dio cuenta de que había medicamentos que además de producir los mismos síntomas, actuaban sobre el organismo produciendo efectos secundarios (en la mayor parte de los casos, efectos terribles y permanentes). Como farmacéutico que era, buscó el modo de que estos medicamentos no tuvieran esos efectos por medio de la dilución. Así fue diluyendo los remedios y comprobando los efectos y verificó que cuanta menor fuera la dosis del remedio presente en la dilución, más posibilidades terapéuticas tenía y menos efectos secundarios se producían. Prueba tras prueba fue seleccionando las diluciones que eran más efectivas. También se dio cuenta de que era posible hacer más potente el efecto reactivo de las medicina por medio de la sucusión (serie de golpes dados al frasco que contiene la medicina diluida). Y extrajo sus conclusiones que fueron publicadas en 1810 bajo el título “Organon del arte de curar” en donde expuso todos sus descubrimientos y el protocolo de curación.

Prosiguió con sus investigaciones y se dio cuenta de que muchos de los enfermos que acudían a su consulta y a los que él trataba con medicinas homeopáticas, volvían a recaer pasado un tiempo, bien en los mismos síntomas, bien en otras enfermedades. Fue cuando se puso a estudiar las bases de las enfermedades y especialmente las enfermedades crónicas. Tras años de estudio y de práctica, se dio cuenta de que a casi todas las enfermedades subyacían historias anteriores comunes de enfermedades y que éstas tenían bastantes síntomas y efectos en común. Así publicó su libro “Enfermedades Crónicas” donde definió tres tipos de predisposiciones, a las que él llamó miasmas: la Psora (o sarna), la Psicosis (o Gonorrea) y la Sífilis. La primera se caracterizaría por la hiperactividad, el segundo por la hipoactividad y el tercero por la destructividad.

Samuel Hahnemann murió en París en 1841 tras una fructífera vida de servicio, investigación y entrega y nos dejó un método terapéutico que todos los homeópatas admiramos y que nos permite alcanzar la curación en situaciones donde ningún otro ha conseguido éxito.

3.2.- BASES TEÓRICAS DE LA TERAPÉUTICA HOMEOPÁTICA

3.2.1.- La Fuerza Vital
Se le llama así a la fuerza que mantiene en perfecto equilibrio y organización cada uno de los órganos y funciones de nuestro cuerpo. Gracias a la Fuerza Vital somos capaces de sobreponernos a las enfermedades e incluso no sufrirlas. La Homeopatía es una verdadera medicina porque actúa sobre esta Fuerza Vital, ayudándola a recuperar el equilibrio y la homeostasis, devolviendo a la persona a un estado de salud y bienestar, sin efecto secundario alguno.

3.2.2.- Individualidad Morbosa
Cada enfermo, aun ante una misma "enfermedad", enferma de un modo especial o peculiar. Estas peculiaridades responden siempre a síntomas exteriores y es por estos síntomas por los que se nos descubre la enfermedad.

3.2.3.- Dosis Mínimas
Uno de los valores que posee la Homeopatía es su inocuidad.
El uso de dosis mínimas estimula al organismo sin perjudicarle, haciendo que éste reaccione de un modo suficiente para lograr la curación.

3.2.4.- Individualidad Medicamentosa
Cada remedio tiene una forma diferente de actuar y unos síntomas determinados.
No sirve dar el mismo remedio para la misma enfermedad, sino que hay que buscar el remedio que mejor se adapte a la individualidad morbosa. Ese único remedio ejercerá sus efectos terapéuticos en toda su potencia y amplitud gracias a su individualidad medicamentosa.

3.2.5.- Ley De Similitud
“Similia similibus curentur": Lo similar es curado por lo similar.
Un medicamento que produce síntomas en un hombre sano, empleado en dosis mínimas y potenciadas, tiene la facultad de provocar la Fuerza Vital para que destruya de una manera rápida, radical y permanente la totalidad de los síntomas de un estado morboso.

3.2.6.- Natura – Miasmas
Los miasmas son la fuente de donde surgen las enfermedades crónicas.
Son predisposiciones de los organismos a sufrir ciertas enfermedades. Si la Fuerza Vital se desequilibra, estos miasmas desarrollan sus crisis aprovechando las debilidades de la naturaleza del paciente.
Van desarrollándose como por capas, superponiéndose una a otra. Su desaparición se producirá del mismo modo, capa a capa.

3.2.7.- Experimentación Pura
Es una de las grandes contribuciones de la Homeopatía a la ciencia. Todo medicamento ha de ser probado en el hombre sano para saber cómo actúa y qué síntomas produce. No sabemos cómo actúa si lo probamos en una persona enferma, ya que ‑si cada persona enferma de una manera diferente­- reaccionará de una manera diferente e imprecisa.

3.2.8.- Resumen
Cada individuo reacciona a una infección o a un trauma de acuerdo a su propia naturaleza.
Sus síntomas son el resultado de esta reacción y representan el intento del cuerpo de ponerse bien de nuevo.

El cuerpo reacciona como un todo, cada tejido hace su parte y la totalidad de los síntomas representan un esfuerzo unitario que requiere un solo remedio para alcanzar la curación.
El remedio curativo es el único que estimula una reacción en el cuerpo similar al que ya está obrando sobre el cuerpo: en otras palabras, el remedio provoca los síntomas semejantes a los que ya están presentes.

La reacción curativa del cuerpo es un efecto positivo, esto es, el mecanismo protector es estimulado, no deprimido; de ahí que dosis diminutas de un remedio similar o curativo deban ser usadas, porque pequeñas cantidades de droga estimulan, mientras que grandes dosis, suprimen.

3.3.- La Materia Médica homeopática
La Materia Médica Homeopática es el resultado de las pruebas de cada una de las sustancias medicamentosas que se emplean en homeopatía. Fue de una de estas pruebas –la de la Chinchona Officinalis (quinina)- la que llevó a Hahnemann a percibir las posibilidades curativas que se escondían detrás de las patogenesias. Por ello, él mismo experimentó con un cierto número de sustancias (más o menos unas cien) y fue obteniendo los síntomas que éstas sustancias producían. Fue tomando nota de estos síntomas en su orden, en su situación en relación al cuerpo humano, en su fuerza, en su repetición… es decir, fue analizando cada uno de los síntomas que la ingesta de estas sustancias (diluidas homeopáticamente) producían. Se basó en la dilución 30CH porque a través de sus experimentos constató que era la que producía no sólo síntomas físicos sino también mentales de excepcional valor.

De esta experiencia proclamó que la MATERIA MEDICA PURA era la única posibilidad de utilizar sustancias medicamentosas sin provocar efectos secundarios, y además utilizando toda la potencia de la medicina a favor de la recuperación de los pacientes.

Como he dicho, él probó y anotó unas cien sustancias medicamentosas, pero a partir de su ejemplo se fueron haciendo distintos “provings” de nuevas sustancias con el resultado de que a día de hoy hay una experimentación medicamentosa de alrededor de unos 3000 remedios.
Dado que los métodos de análisis químico de dichas sustancias no estaban tan avanzadas como ahora, Hahnemann lo que hizo fue hacer la prueba de la medicina con un cierto número de pacientes y fue tomando nota de sus síntomas, de su aparición, de los órganos o zonas a los que afectaba, de los tiempos y modalidades de agravación y mejoría, y de cualquier síntoma que apareciera en cada probador. De los resultados de las pruebas en cada uno de los probadores, extrajo aquellos síntomas que se repetían en todos los casos, dándoles el mayor grado; a partir de ahí, según el número de repeticiones, les fue dando un grado inferior.

Además de las pruebas de Hahnemann son muy importantes los “Guiding Sympthoms” de Constantino Hering, americano y seguidor de Hahnemann al que nunca conoció, pero cuya teoría y práctica aplicó con suma efectividad.

En estas pruebas fue donde primero se verificó la influencia de ciertas sustancias sobre los probadores en materia de comida y bebida.

A partir de estas dos materias médicas se han ido añadiendo nuevos provings, que han ido aumentando la cantidad de síntomas y las observaciones particulares de cada uno de ellos. Ha habido materias médicas que han puesto más énfasis en lo orgánico, otras en la experimentación clínica, otras en lo mental-psíquico-emocional… Pero todas al fin y al cabo han ampliado las posibilidades terapéuticas de la homeopatía.

Dentro de los remedios homeopáticos utilizados, Hahnemann utilizó sustancias de los tres reinos: animal, vegetal y mineral. Posterior a Hahnemann surgió la idea de utilizar sustancias enfermas para intentar provocar la reacción de la fuerza vital en el enfermo. Así fue como aparecieron los Nosodes y los Sarcodes. Los primeros son restos de fluidos enfermos, que diluidos homeopáticamente provocan la reacción en el organismo enfermo. No se han utilizado terapéuticamente así como así, sino que de ellos también se han hecho provings y se ha anotado cuantos síntomas aparecieron y repitieron. Su uso está indicado en casos donde la sintomatología coincida y también como medicamentos del terreno para aclarar los síntomas o para reforzar el efecto de otros medicamentos. Dentro de los Nosodes hay una gran número de ellos, pero entre los más destacables están: Medorrhinum (restos de supuraciones blenorrágicas); Luesinum (restos de chancros sifilíticos); Psorinum (restos de tejidos sarnosos); Carcinosinum (restos de tejidos cancerosos)…

Finalmente están también los Sarcodes: los sarcodes son tejidos a los que se les ha inducido una enfermedad y que en dilución homeopática, se utilizan para estimular la reactividad del organismo ante ciertas enfermedades. De entre los sarcodes, los más famosos son: Poumon Histaminum, …

En los últimos tiempos también se han hecho pruebas con sustancias homeopatizadas de medicamentos, sustancias farmacológicas, órganos… todo con el fin de perfeccionar el botiquín del homeópata y de abreviar el proceso de curación junto con la desaparición de los síntomas indeseables.

3.4.- El síntoma, unidad de análisis de la terapéutica homeopática
Desde muchos ámbitos médicos se ha atacado el hecho de que la homeopatía se base en el síntoma exclusivamente, en lugar de en la etiología y en el diagnóstico. También se ha hablado de que la homeopatía desprecia los análisis y las pruebas diagnósticas como medio en la prescripción, y se queda con lo anecdótico de cada paciente.

La realidad es la que es y ya Hahnemann dejó bien claro que es el síntoma la única expresión de lo que está mal en un enfermo y es el mecanismo que tiene su fuerza vital de exteriorizar el desequilibrio.

Realmente no es cierto que el homeópata desprecie las nuevas técnicas o que no realice diagnósticos. Esto es muy importante a la hora de aplicar los criterios clínicos de las medicinas homeopáticas, sin embargo, el síntoma es el que nos ayuda a movernos por la materia medica con seguridad inequívoca.

Hahnemann fue el primero que se basó en el síntoma y el primero que le dio carácter de importancia a los síntomas mentales, pues decía que las emociones, lo que siente el corazón y lo que pasa por la cabeza son de suma importancia para expresar el desarreglo en la homeostasis del paciente. Por otra parte, también se da importancia a los síntomas más peculiares, raros o curiosos a la hora de decidir entre los medicamentos, ya que por el hecho de la individualidad medicamentosa que arriba he explicado, cada medicamento produce unos síntomas determinados y no otros y además estos síntomas lo distinguen de cualquier otro remedio. Por eso, los síntomas generales serán más comunes a los distintos medicamentos, mientras que los síntomas específicos y particulares, serán propiedad única del remedio, lo que nos asegurará el acierto a la hora de la prescripción.

3.5.- El Similimum homeopático
Como ya antes he explicado, la máxima sobre la que se basaba Hahnemann era “lo similar cura lo similar” o, lo que es lo mismo, la medicina que produce la misma patogenesia, dada en dilución homeopática, es capaz de estimular al organismo para que supere esa patología que contiene los mismo síntomas que el remedio prescrito.

Como ya se puede ver, la meta del homeópata es la de comprender todo cuanto el paciente le da como información, seleccionar los síntomas que sean más representativos de la enfermedad y buscar un remedio que cubra en el mayor grado posible dichos síntomas. A este remedio le llamamos el similimum.

Conseguir seleccionar el similimum no siempre es fácil, dado que a lo largo del tiempo el paciente va desarrollando ciertas sensibilidades a las cosas que a veces oscurecen la imagen del caso, apareciendo síntomas que pueden confundir al homeópata, ya que provienen de restos anteriores del proceso y que sin embargo, no pueden ayudar al desarrollo de la situación actual.
Dentro de los remedios homeopáticos tenemos los que llamamos “Policrestos” y lo que llamamos “pequeños remedios”. Los policrestos son los que han producido una patogenesia más abundante, amplia y clara en los provings. Por el contrario, los pequeños remedios son aquellos que cuentan con un patogenesia mucho más breve y su aplicación se ciñe a síntomas muy concretos o a clínicas muy especiales.

Cuando se comienza con un caso nuevo, es muy normal la abundancia de síntomas en el paciente y por ello, casi siempre el tratamiento de esta abundante sintomatología nos lleva a usar policrestos, ya que un pequeño remedio no acapararía todo el caso y podría incluso hasta oscurecerlo aún más. Una vez que el policresto ha sido usado como similimum, habrá síntomas que permanecerán y síntomas que desaparecerán. Sobre estos que quedan es sobre los que se hará la segunda prescripción y es en estos casos cuando los pequeños remedios tienen un a merecida fama de curadores.
Así pues, tanto los policrestos como los pequeños remedios, tanto como los nosodes o sarcodes, utilizados en el caso apropiado y prescrito por la mayor similitud de los síntomas con la patogenesia serán similimum.

3.6.- Los medicamentos homeopáticos: remedios, preparaciones y potencias.
En la época de Hahnemann los medicamentos se daban en dosis ponderales, lo cual provocaba enormes efectos secundarios, que la mayor parte de las veces eran más peligrosos que la propia enfermedad.

Hahnemann, por su conocimiento profundo de la Farmacología y de los procesos farmacéuticos, se dio cuenta de que podía conseguir efectos más suaves diluyendo proporcionadamente los remedios en un solvente (generalmente agua o agua con alcohol).

Por ello fue probando en sí mismo hasta valorar qué grado de dilución era necesario para que el medicamento actuara sin producir agravaciones o efectos secundarios.

Las diluciones que utilizó y las que nos han llegado de su mano son las llamadas: decimal (o DH), centesimal (o CH) y cincuentamilesismal (o LM). En ellas, tras preparar la tintura madre o la sustancia medicamentosa, se pone una décima parte, una centésima parte o una 500ª parte en nueve, noventa y nueve o 499 partes de solvente.

Hahnemann solía usar las decimales aunque alcanzó a usar la 30CH normalmente. Se cuenta que en su botiquín particular se encontraron diluciones hasta la 200CH.

Por ello, la escuela francesa no utiliza otras diluciones que no sean menores de la 200CH. Sin embargo, en América y especialmente en la India y Pakistán, se utilizan éstas últimas como básicas, empleándose diluciones que sorprenden por su amplitud: la 1000CH, la 10000CH, la 100000CH…

Por otra parte, se cuenta que un conde soviético de la época de Hahnemann, practicante de la terapéutica homeopática, al tener problemas durante una de las muchas guerras para fabricar remedios homeopáticos con los que curar a los combatientes y enfermos, decidió preparar las diluciones de un modo diferente y creó lo que se conocen como diluciones korsakovianas. Estas diluciones pueden alcanzar hasta la 700000K y producir resultados terapéuticos.

4. Protocolos en la consulta homeopática
Al igual que en cualquier otra terapéutica, en homeopatía existen una serie mínima de protocolos. Esta escasa protocolización es debida al carácter mismo de la medicina homeopática: se pretende que todo sea individualizado, desde el momento de entrada hasta el momento de salida. Es el paciente el que marca la pauta de la sesión homeopática, lo cual hace que el homeópata, de algún modo, se adapte a lo que el paciente cuenta, muestra, decide o enseña. Evidentemente, esto no sería serio si no se pudieran obtener los datos necesarios para seleccionar la medicina homeopática. Por ello, aunque se concede una amplia libertad, se aconseja una mínima metodología para obtener una visión completa del paciente y su totalidad sintomática, a la vez que no se coarte la espontaneidad ni se manipule la información del paciente.

Este apartado es conocido como anamnesis dentro del entorno médico, pero en el caso de la homeopatía, no nos interesa saber tanto con el fin de diagnosticar, como saber los síntomas con sus modalidades con el fin de seleccionar.

Es decir, que no se pretende en modo alguno el diagnóstico (aunque tampoco se evita) pero el diagnóstico no define ninguna de nuestras medicinas.

Dentro de este protocolo, hay distintas formas de enfrentarse al paciente. Desde una actitud de completa libertad, dejando al paciente la decisión de qué contar y cómo, o la de marcarle los pasos a dar y la información necesaria con sus precisiones.

Generalmente, es conveniente seguir un orden mínimo y para ello se aconseja el siguiente:
Dejar que el paciente exponga el problema por el que acude a la consulta.
Comenzar por los síntomas físicos o generales, desde la cabeza hasta los pies.
Repasar cada uno de los órganos importantes, preguntando por las sensaciones o molestias.
Finalmente, preguntar por los síntomas mentales. Se suele dejar para el final este tipo de síntomas por ser los más íntimos y personales, a la espera de que a lo largo del interrogatorio se haya creado la necesaria empatía, capaz de facilitar la comunicación entre el paciente y el terapeuta.

Después de acabar el interrogatorio, se suele tener la costumbre de repasar cada uno de los síntomas importantes con sus modalidades, bien para que el paciente reflexione sobre cuanto ha dicho, bien para solicitar de él mayor precisión en cuanto a la localización, sensación, características u otras modalidades.

4.1.- Los cuestionarios homeopáticos
Los cuestionarios homeopáticos son listas de preguntas ordenadas por secciones y dirigidas a obtener la mayor cantidad de síntomas de un paciente.

4.1.1.- Necesidad de los cuestionarios
Dentro de esta necesidad de protocolización, los cuestionarios desempeñan un papel muy importante. Son tan importantes que nos permiten incluso el tratar a las personas a distancia, bien por correo, bien por teléfono, bien por otros medios telemáticos.

El primero en hacerlo fue el Dr. Kent, que publicó entre sus escritos un modelo de cuestionario, para uso de pacientes lejanos e imposibles de visitar y también para uso de los nuevos terapeutas, poco avezados en el interrogatorio.

A partir de éste, fueron surgiendo toda una serie de cuestionarios homeopáticos que, atendiendo en todos los casos a la totalidad sintomática, sin embargo iban reconduciendo el interrogatorio hacia lugares bien conocidos, con el fin de poder ir descartando remedios generalmente muy usados, o seleccionando síntomas que permitieran ir dibujando aspectos de remedios de sobra conocidos.

De entre los cuestionarios, también hay que tener en cuenta dos pequeñas corrientes: la americana y la europea. La primera se basa especialmente en criterios psicológicos, por lo que la entrevista necesita su tiempo y por ello, la duración no es menor de una hora y media, siendo la patología que trae al paciente a consulta lo menos importante del interrogatorio. La segunda, la europea, es de claro corte racionalista y favorecida por especialistas y laboratorios homeopáticos franceses. Aquí lo importante es la patología misma y sobre ella se aderezan los demás síntomas, para finalmente curar aquello que el paciente demanda y no tanto aquello que el terapeuta ve. En estos casos las entrevistas o interrogatorios son bastante más breves, teniendo como máximo (al estilo del Dr. Vannier) media hora de visita.

Hay que señalar que en el primer caso, el de la escuela americana, generalmente se selecciona un solo remedio que cubra toda la sintomatología del paciente, el similimum. A esta corriente se le llama UNICISTA.

Por el contrario, a la corriente europea le gusta tratar los síntomas que cubre un medicamento pero además, usar otros medicamentos para aquellos síntomas que, siendo importantes, quedan al descubierto de este remedio seleccionado. Se les llama PLURALISTAS.

4.1.2.- Modelos de cuestionarios
Como he dicho, dentro de los modelos de cuestionarios, los hay de distintas clases.
Remito a mi página web (http://cihotm.blogspot.com) y a la sección "Cuestionarios" para obtener la información de los mismos.

4.2.- Los Repertorios homeopáticos
Los Repertorios Homeopáticos son la versión práctica y necesaria de las Materias Médicas Puras e impuras. Como dijimos cuando hablamos de la Materia Médica y de los provings, lo más importante de ellas es la lista de sintomatología que producen y con todos estos detalles y síntomas, se puede utilizar dicho medicamento para tratar patologías con síntomas similares. Bien, el caso es que es imposible el recordar todos los miles de síntomas que produce un remedio y mucho menos recordar sus características especiales o sus modalidades. Por ello, se procedió (dicen que Hahnemann ya pensó y utilizó uno propio con los 100 remedios que había probado él mismo) a organizar dichos síntomas por localizaciones y secciones y ordenarlos igualmente. El primero y más importante fue el del Barón de Boeninghausen que organizó de un modo peculiar los síntomas, para favorecer la selección del remedio. Separó cada síntoma por localizaciones, y los organizó por secciones. Dentro de cada síntoma (llamado en lenguaje homeopático y de aquí en adelante “rúbrica”) se procedió a marcar la fortaleza del síntoma en ese remedio, dándole un grado y escribiéndolo de un modo diferente. Así, por ejemplo, un síntoma como agravación por consuelo, aparecen toda una serie de remedios que cubren dicho síntoma. Aquellos que más veces y en más probadores ha producido dicho síntoma, se marca con un grado superior a aquel remedio que sólo esporádicamente lo ha producido.

Hay una gran lista de repertorios y cada uno aporta matices importantes y facilidades para la búsqueda.

Entre ellos habría que destacar:
Repertorio terapéutico de Boeninghausen
Repertorio de Kent
Repertorio de Barthel
Repertorio de Pathak
Repertorio de Murphy
Repertorio Síntesis
Repertorio Universal

Cada uno de ellos pone énfasis en aspectos diferentes y construye un mundo de rúbricas y subrúbricas enfocado a facilitar la selección del remedio de la forma más rápida, fácil y cómoda.
Con el Repertorio como instrumento, la labor del terapeuta homeópata se convierte en servir de traductor entre los síntomas del paciente, su exprtesión y la Materia Médica a través del Repertorio.

El procedimiento para repertorizar un caso sería el siguiente:
Una vez que se ha hecho el interrogatorio y se han obtenido los síntomas, se hace una selección de los mismos, tal y como he dicho referente a las dos escuelas homeopáticas. Pueden ser los síntomas mentales los de más peso a la hora de decidir, o pueden ser los síntomas patológicos y fisiológicos. Tras esa selección y ordenación, se acude al repertorio para averiguar qué remedios han producido esos síntomas en el mayor grado posible. Tras hacer esto con todos los síntomas seleccionados, se obtiene un cuadrante donde figuran los remedios con su grado y los síntomas que cubren. Para seleccionar el remedio adecuado al paciente, sólo habrá que coger el que más síntomas cubra y en mayor grado.

Esto que en un principio parece una labor analítica, racional y relativamente sencilla, tiende a complicarse pues cada paciente cuenta el síntoma o lo interpreta a su manera y es el terapeuta el que debe desentrañar el síntoma y convertirlo en información fidedigna para ser repertorizada.

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